viernes, 1 de mayo de 2015

Capítulo 37

  La decisión del final






-Típico.-Dice Lali mirándose al espejo.-El mismo estúpido cuerpo, el mismo estúpido rostro, la misma estúpida vida. Nunca vas a cambiar.-Golpea el vidrio, con su mano llena de moretones.

   Un mes sin verlo.

  Se pone la única ropa que no boto a la basura y comienza a tender la cama y arreglar su cuarto antes de que la Señora Garcia despierte junto con el sol. En esos días solo buscaba cosas para distraerse, y limpiar la casa solía ser un gran modo, pero tras un mes de obsesiva limpieza de pronto ya no había mucho más que hacer.

   Comenzó a lustrar los relucientes pisos, y las ventanas que nunca habían resplandecido tanto, preparo el desayuno para Max y la señora Garcia y los llevo al cuarto de cada uno, despertando  con una falsa sonrisa a las únicas personas que tenía con ella.

-Lali ¿Por qué no te tomas el día libre? Te ves agotada.-Suplico la mujer, con el mismo pedido que en los últimos días.-

-Umh, ya limpié así que creo que saldré un rato ¿No le molesta?

-Para nada ¿Quieres que te adelante tu paga?

-No, está bien, no he gastado lo de esta semana.-

  Ni lo de la anterior.

  Ni lo de la anterior.

  Ni lo de la anterior a esas.

  Tomó un puñado de dinero y salió de la cosa, no le importaba su vestimenta o su cabello, sabía que ya nadie la veía con esos ojos. Simplemente era un alma entre tantas, siendo ignorada por el mundo que estaba a su alrededor.

   Entró en un gimnasio y pagó para quedarse 1 hora. Y entonces comenzó a pensar en todo el peso que estaría perdiendo, y en quizás cuando tuviese 20 kilos menos encima Peter ya no la llamaría Alison, y la querría por ella.

  Fueron 2 horas.

  Luego fueron 3 horas.

  Más tarde fueron 4 horas.

   Y para cuando llegó a casa, 6 horas después, su cuerpo estaba por desvanecerse, pero no le dolía. Ya nada le dolía.

   La señora Garcia había preparado la cena, pero le dijo lo mismo que decía cada día:

-He comida allí.

-¿Dónde estabas?

-En la biblioteca.

-Bien.

-Pero si me guarda algo, quizás más tarde esté hambrienta.-Sonrío, y la mujer pareció tranquilizarse un poco.

   Claramente, ella no sabía que por la madrugada Lali tomaba el plato de comida y lo arrojaba al excusado para que ella creyera que lo había devorado. Y así podía mantener esa extraña adicción en secreto, era adicta al dolor, adicta al sufrimiento, adicta a los cortes, adicta a que el cuerpo gritara más que el alma.

    Tomó una caja que tenía desde el día de su cumpleaños, donde había guardado cartas casi todos los días, muchas cartas para Peter, una carta para la señora Garcia, una para Max, muchas cartas para Amy. Y un diario, memorias. Sabía que no quedaría nadie que quisiera recordarla, pero quería fingir aunque sea por un segundo que le importaba a alguien.

    Y quería creer, por un segundo, que algún día seria importante para alguien.

   Estaba repleta, toda su vida había sido volcada allí, desde sus primeros recuerdos a los fríos sentimientos que albergaba los últimos días. 100 páginas, todo su dolor resumido en 100 páginas. Decidió que ese día podía escribir el final.

1 comentario:

Abril, Yami, Angie y Cathe...

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